
Universidad Complutense de Madrid. Madrid (España)
Del 3 al 9 deJulio de 2008
Si crees que la igualdad no es una utopía y quieres compartir con otras que piensan igual que tú, accede a la web del congreso en esta dirección http://www.mmww08.org/
Blog de la Asociación por la Igualdad de Género 8 de Marzo
Machismo y amor son incompatibles. En la concepción del amor desigual que el machismo engendra se gesta la violencia.
El corazón profundo del hombre machista cree que él es superior, por tanto, la mujer es inferior. O, tal vez lo expresa de otro modo: que ella es superior, pero no se va a salir con la suya.
En el corazón del machista, inconsciente aún de que lo es, tal vez sus palabras dicen “somos iguales”. Puede ser que le diga a ella: “tú eres mucho mejor que yo, más inteligente, tienes más recursos, eres más fuerte.”
Lo importante, lo peligroso, es lo inconsciente de la creencia machista de desigualdad, porque esa desigualdad convierte a la pareja en seres complementarios, simbióticos: se refuerzan el uno al otro en su vivir dependientes. Y ni siquiera se dan cuenta.
La concepción del amor machista es, en el fondo, ésta: yo soy grande, tú pequeña, yo organizo, tú aceptas, yo marco las directrices, tú las cumples. Así ha sido, así será: “es lo natural”. En realidad, eso no es amor.
En los inicios de la vida de pareja, ella, la inferior, entra en el juego, se deja conquistar. Ella lo ama ¿por qué no le va a complacer? Él le dice que la ama, la hace sentir importante, ¿cómo no corresponder a su amor? Mientras dura ese estado de cosas, no hay, aparentemente, violencia.
La semilla de la violencia, sin embargo, ya está plantada. Tardará años o meses en crecer, pero crecerá. El primer día que ella cuestione las decisiones de él o se oponga a sus gustos, deseos u opiniones, empezará el forcejeo del maltrato psicológico sutil, indemostrable, inexplicable para ella. Él, al principio, tampoco será consciente de su violencia. Le dirá: “te quiero tanto, eres la mujer de mis sueños”. Un día, la mujer real dice algo que él no espera, le lleva la contraria. Al hacer eso ella, el hombre machista siente que su poder está en cuestión. Entonces él, que la conoce a fondo y sabe bien dónde le duele, tratará de someterla, la humillará de algún modo, algo pequeño, un comentario, un gesto, una mirada, una burla.
El machista, en privado, dice cosas, como “es natural que sea el hombre se quien… ”. También dice: “yo te llevo”, “las mujeres delante”, “los hombres necesitan del sexo”, “yo ayudo en casa”. Ayudar. Ayudarle a ella. Como si la casa no fuese una cuestión de los dos.
Con estas bases de amor desigual, la violencia no tardará en ser explícita. Primero será verbal: reproches como “qué pretendes, has cambiado, ya no me quieres como antes”; luego vendrán desprecios, bromas, silencios, insultos, utilización de detalles íntimos para degradarla ante los amigos o la familia… Estamos a un paso de la agresión; la muerte de la mujer a manos del macho no queda tan lejos.
En estos momentos, la sociedad en general considera violencia sólo el último grado, la agresión física El maltrato psicológico se considera sólo una preparación para la violencia. Pero es violencia. La manipulación psicológica inicial ya es violencia. Son ya violencia el halago y la conquista. Porque no existen conquista ni halago entre seres iguales.
El machismo tiene una habilidad extraordinaria para camuflarse en contextos muy diversos: encuentra vía de escape en cada cambio social. Cambian los símbolos, los referentes machistas, los detalles, pero el machismo sigue agazapado en el camelo, el embeleso, el “somos iguales” y el “yo te ayudo”. Decir, por ejemplo, “qué padre moderno soy: cambio los pañales a mis hijos” se convierte en una burla.
Ahora ya no está de moda decir: “los hombres no lloran, las mujeres no fuman, no conducen, no salen de casa”. Ahora, los hombres “ayudan” en casa, ellas trabajan fuera, muchas mujeres ganan dinero. Pero la actitud interior inconsciente del machista va encontrando otros contextos, otras frases, otras formas de someter. Hasta ahora, ni los hombres ni las mujeres de esta cultura, en conjunto, hemos sido realmente capaces de descubrir el machismo en su raíz. No estamos alertados para detectar la desigualdad en el origen, aunque estemos alertados a ciertas cosas prácticas, como que los chicos, igual que las chicas, tienen que poner la mesa, barrer y aprender a cocinar. Ojalá abra la sociedad pronto los ojos al fondo de las cosas. Ojalá se llame sólo amor a lo que de veras es amor, y no a la dependencia.
Eric Fromm dijo que “amar es sentirse responsable por el crecimiento como persona del ser amado”. Pues sí. Amor es libertad, amor es compartir, buscar juntos la felicidad de ambos, amor es escuchar al otro, ponerse en su lugar, respetar sus sentimientos sin cuestionarlos, ponerse en sus zapatos, comprender su verdad. El amor tiene que ver con el talante, con el respeto, con la solidaridad, con la compañía, con la alegría mutua, con el compartir, con el ser íntimo y el estar presentes. Amor y machismo son incompatibles.
Angela Munuera Bassols.
Psicóloga, Lingüista. Asociación 8 de Marzo.
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