En 2010 la violencia de género se ha cobrado 90 vidas (a día de hoy), de las cuales 6 eran menores, 5 asesinados por el padre o padrastro. La igualdad es una asignatura pendiente que a diario se encargan de recordarnos los machistas asesinos de mujeres. Sólo la intoleranteideología patriarcal justifica la violencia para imponer la voluntad de los violentos particulares. En estos tiempos en que la crisis acrecienta las desigualdades sociales las mujeres sufren importantes retrocesos: desaparecen ayudas a la maternidad, se reducen los salarios y las opciones laborales, las prestaciones sociales, perpetuando la dependencia económica de las mujeres que influye sobremanera en sus opciones vitales.
La crisis está siendo una excusa para frenar importantes medidas encaminadas a corregir situaciones discriminatorias. Primero la supresión de los Institutos de la Mujer de Galicia y Murcia, después el Ministerio de Igualdad (que sólo suponía el 0,03% de los presupuestos generales del Estado), organismo que representaba la importancia de la brecha entre la igualdad formal y la real y colocaba la igualdad como objetivo prioritario de las políticas de Estado. Se reducen las partidas presupuestarias de Sanidad, Educación, Igualdad y Servicios Sociales, cuyas principales beneficiarias son mujeres. Peligrosas repercusiones de los recortes que tienen que ver con la menor dotación de recursos humanos y materiales en la erradicación de la violencia de género, con la intermitencia de los existentes, con la falta de formación de profesionales que trabajan en recursos específicos, con la dotación de los necesarios allí donde no han llegado. Un freno que mantendrá en el olvido y la invisibilidad a las mujeres con discapacidad o con discapacidad múltiple, a las que la ley no protege ni contempla. La sociedad tiene una deuda contraída con estas mujeres a las que no suele tener en cuenta a la hora de organizarse, dediseñar estrategias y acciones, de configurar su estructura normativa y jurídica. Las mujeres con discapacidad reclaman su espacio en la vida pública, el especial tratamiento que las particularidades que su discapacidad requieren. La diferencia ha de tratarse de manera diferente. El patriarcado se resiste a la autonomía de las mujeres y asistimos al acoso hacia las madres cuando dicen basta: el mal llamado SAP y la custodia compartida están siendo esgrimidos por los violentos para mantener sometidas a las mujeres. La falta de información, cuando no la mentalidad misógina, están abriendo la puerta a padres maltratadores y agresores sexuales para que sigan perpetrando su violencia con permiso de la autoridad judicial.
Acabar con esta realidad sólo se conseguirá con una verdadera implicación social e institucional, no podemos acallar nuestras conciencias con difusas justificaciones y falsas excusas ante la frialdad de las estadísticas.
La violencia de género es la violación sistemática del Derecho a la Vida, la Dignidad, la Libertad y la Democracia, los DD HH de las humanas siguen siendo violados en cualquier rincón del mundo, el silencio nos hace cómplices de agresores y asesinos.
La autocomplaciencia es el velo que tapa lo pendiente, no basta decir que queda mucho por hacer, hay que reconocer lo que se ha hecho mal para poder corregirlo.
Reclamamos un giro en las políticas de Estado donde el trabajo digno y estable sea la prioridad, no la mera gestión de los intereses económicos de unos pocos.
Una reforma de la legislación en materia de violencia de género para que se aplique atendiendo las particularidades de cada caso, porque no todos son iguales.
Que la ley proteja a las mujeres de todas las formas de violencia: violencia sexual, trata y explotación sexual, mutilación genital, feminicidios y pederastia.
Incluir en los programas de estudio la igualdad y el género como materia transversal, profundizar en la formación y el reciclaje de las y los profesionales de todos los campos, tal como ordenan la ley integral y la ley de igualdad.
Señalar a los violentos como los únicos responsables de sus actos, endurecer las condenas, proteger a las niñas y los niños de los padres violentos y agresores sexuales retirandoles el régimen de visitas, las custodias compartidas y la patria potestad, porque amor y violencia son incompatibles y porque hay padres que es mejor no tener.
Y muy especialmente se requiere la implicación y el compromiso de cada una y de cada uno, porque la igualdad es responsabilidad social y de ella se beneficia toda la sociedad.
Por último, os pedimos guardar 1 minuto de silencio en memoria de las mujeres, las niñas y niños asesinados por los violentos machistas.
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